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Especialistas en Tratamientos y Cirugía de Rodilla

La rotura meniscal es una patología relativamente frecuente, con una incidencia anual de 60 -70 casos nuevos por 100.000 personas, siendo hasta cuatro veces más frecuente en hombre que en mujeres. Se pueden presentar a cualquier edad, pero su peak se concentra entre los 30 a 40 años de vida. Las roturas meniscales representan cerca del 50% de las lesiones quirúrgicas de la rodilla, siendo más frecuente las del menisco interno que las del menisco externo.

El tratamiento depende de la edad del paciente, tipo de rotura meniscal y síntomas, pudiendo ir desde un manejo conservador hasta la indicación quirúrgica (resección o sutura). El tratamiento quirúrgico se realiza mediante artroscopia, que es un método mínimamente invasivo.

Las lesiones del ligamento cruzado anterior (LCA) junto con las lesiones meniscales son las lesiones mas frecuentes en medicina deportiva. Son significativamente más prevalente en mujeres que en hombres que practiquen el mismo deporte, sin que estén claras las causas de estas diferencias. Los deportes que más riesgo suponen son los que implican cambios de dirección, aceleraciones, etc. como el esquí, el fútbol, el baloncesto o el tenis. El mecanismo más frecuente de rotura es el pivote sobre una pierna dejando el pie fijo en el suelo. Otros factores de riesgo son: músculo débil, descoordinación o falta de flexibilidad articular.

En general, el tratamiento de la rotura del LCA es quirúrgico, realizándose una reconstrucción con injerto, siendo los,as frecuentemente usados los de tendones isquiotibiales y tendón rotuliano del mismo paciente.

El síndrome de dolor patelofemoral es un término amplio utilizado para describir el dolor en la parte anterior de la rodilla y alrededor de la rótula. A veces se denomina “rodilla de corredor” o “rodilla de saltador” porque es común en personas que participan en deportes, especialmente mujeres y adultos jóvenes, pero el síndrome de dolor patelofemoral también puede ocurrir en personas que no son atletas. El dolor y la rigidez que causa pueden hacer que sea difícil subir escaleras, arrodillarse y realizar otras actividades cotidianas.

Muchas cosas pueden contribuir al desarrollo del síndrome de dolor patelofemoral. Los problemas con la alineación de la rótula o el sobreuso por un entrenamiento excesivo a menudo son factores importantes y deben ser evaluados de forma dirigida. Los síntomas a menudo se alivian con un tratamiento conservador, como cambios en los niveles de actividad o un programa específico de ejercicio terapéutico.

La artrosis es una enfermedad degenerativa que se produce al alterarse las propiedades mecánicas del cartílago, produciendo una pérdida progresiva de este. La pérdida del cartílago articular origina cambios en el hueso adyacente el cual reacciona intentando la regeneración, pero lo que logra es una deformidad ósea. Las causa de la artrosis no sólo son degenerativas, también pueden ser traumáticas (secundarias a fracturas) o inflamatorias (secundarias a Artritis) entre otras. El principal síntoma que refiere el paciente es el dolor, el cual suele ser progresivo, limitando la calidad de vida de quienes sufren esta enfermedad.

El tratamiento en estadios iniciales es conservador, realizando modificaciones en las actividades de la vida diaria como bajar de peso, uso de calzado blando etc. También en esta etapa se pueden usar medicamentos que busquen alivio del dolor. El tratamiento definitivo para el control de la artrosis de rodilla es la prótesis, en la cual se reemplazan las superficies óseas del fémur distal, tibia proximal y rótula por componentes metálicos (fémur y tibia) y plásticos (rótula).

El ligamento colateral medial se encuentra en la cara interna de la rodilla, conecta el hueso del muslo (fémur) con el de la pierna (tibia) y su función es mantener la estabilidad de la rodilla. A la lesión de un ligamento se le llama esguince. El esguince del ligamento colateral medial de la rodilla es una lesión común en deportistas, siendo más frecuente en deportes de contacto como el fútbol, y habitualmente se produce cuando una fuerza lleva la rodilla hacia adentro y el pie hacia afuera. La lesión de este ligamento tiene distintos grados, desde una lesión parcial hasta llegar a romperse completamente. Los síntomas más comunes de esta lesión son dolor y aumento de volumen en la cara interna de la rodilla. En el caso de una lesión severa, la rodilla puede sentirse inestable al caminar o correr. Es muy importante comprobar la estabilidad de la rodilla y compararla con la de la rodilla no afectada.

Según el grado que se sospeche de la lesión, puede ser necesario complementar el estudio con imágenes, como una resonancia magnética o radiografías. Generalmente, las lesiones leves o moderadas no requieren de cirugía. Para ayudar a la cicatrización de este ligamento, podría tener que utilizar una rodillera o bastones para caminar mientras dure la recuperación. Ocasionalmente las lesiones severas requieren de tratamiento quirúrgico, en especial cuando están asociadas a otras lesiones dentro de la rodilla.

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